El medio geográfico

La hoya de haches

El valle cerrado que conocemos como Haches, se erige como el laboratorio de análisis en el cual se inscriben los yacimientos estudiados en el marco del proyecto del msimo nombre y el territorio en el cual las sociedades del pasado que la ocuparon se desarrollaron y se reprodujeron económica y socialmente. Por ello, es fundamental conocer el paisaje y su historia.

Toma encuadre amplio nuestra investigación en la serranía de Alcaraz, parte de las cordilleras prebéticas y formación montañosa que ocupa el cuadrante suroeste de la actual provincia de Albacete. Sus valles son bañados por las vertientes hidrográficas del Guadalquivir, el Guadiana, el Júcar y el Segura. Es este último sistema el de nuestro interés, cuyo afluente el río Mundo bañá toda la estribación oriental de esta serranía.

A su vez, el curso alto del río Mundo modela un paisaje de estrechos valles, solo eventualmente salpicado por hoyas como las de Riópar, la Vegallera, Haches o el Val, que generan un espacio de tierras fértiles con gran potencial agrícola y que, no en vano, han sido objeto de continuada ocupación prehistórica e histórica en el tiempo.

Ortofotografía actual

Modelo Digital del Terreno

Usos del suelo

Planimetrías de 1878

Uno de estos valles cerrados, el de Haches, es el accidente geográfico protagonista de este proyecto. Denominada como "dehesa" en el plano del término municipal de Bogarra, al calor de los interrogatorios del Catastro de la Ensenada (plano de Juan Fernández Ruiz, 1752), se define como una hoya de una superficie aproximada de 9'5 km²; un valle fluvial encajado sobre materiales de cobertera (rocas mesozoicas), dispuestos estos sobre materiales de zócalo (rocas paleozoicas), plegados durante la orogenia hercínica y que funcionarían como rocas originales de algunos de los sedimentos que forman dicha cobertura.

Queda conformada, primeramente, por materiales triásicos, sedimentos siliclásticos depositados en un ambiente continental, dúctiles y con una estructura adecuada al suelo, favoreciendo el desarrollo radicular en las arcillas y la retención de micronutrientes (hierro, cobre, zinc…), presentando además una elevada cantidad de yeso rico en sulfato y calcio.

Seguidamente, los sedimentos depositados durante el Jurásico constan de bancos potentes en carbonatos, mayoritariamente dolomías en los cuales, dado su carácter compacto y competente, no es posible el cultivo. No obstante, geomorfológicamente, al formar parte de las zonas altas, la erosión que les afecta genera nuevo sedimento, el cual se depositará en las laderas montañosas durante el Pleistoceno y Holoceno.

Finalmente, estos dos últimos depósitos son los más modernos, produciéndose algunos de ellos hoy día. Constan de dos tipos de depósitos, los de ladera -formados por conglomerados, areniscas y lutitas- y los de terrazas fluviales, las propias de Haches.Estos materiales, al ser tan modernos, no han sufrido un proceso de enterramiento y diagénesis similar al de sedimentos más antiguos, siendo por tanto friables y más fáciles de trabajar, por ello favorables para el cultivo.

Estas tierras son bañadas por el Arroyo de Haches, además de las distintas fuentes que nacen en los relieves calizos que rodean y delimitan la hoya, surgencias que van a morir al referido arroyo y que sirven de aporte extra al sistema hídrico que configura el referido curso. A este debe unirse también las fuertes lluvias de carácter estacional que, por la topografía de la hoya, serían importantes y podrían ser aprovechadas para el riego

Así, estas son las áreas de uso agrícola de Haches. Actualmente, con un parcelario que en su mayoría no supera la media hectárea, con un cultivo de autoconsumo y una potencialidad del suelo concertada en áreas pequeñas, la agricultura no supone -desde al menos el último cuarto del s. XX- una base económica local.

Sobre el regadío -aunque se focalizándose en las riberas del río Madera y sus afluentes- destacan las huertas de Bogarra, Haches, las Mohedas y La Hoz y Batán, tierras que eran objeto de cultivos forrajeros, hortalizas y frutales; y donde no había se podría asegurar el riego, era cereal lo que se plantaba. En lo que refiere al secano, Bogarra es a fines del s. XIX uno de los términos municipales albaceteños donde más florece este tipo de cultivo, esto sí, nunca destinado más allá de lo local. Después de este, le seguiría el cultivo de almendro.

Retrocediendo en Haches a mediados del siglo, las imágenes aéreas del Vuelo Americano B (1956-1957) demuestran la importancia en hectáreas del secano y el secano de riego eventual, frente a las de huerta y prado, que alcanzó la explotación agraria en la hoya en la década de los años 50 del s. XX. Este peso del secano, principalmente cereal, queda también reflejado por la existencia en esas mismas fechas de numerosas eras circulares  distribuidas por la pedanía de Casas de Haches.